En la aldea del crimen

Publicado el

El 13 de enero de 1933, Manuel Azaña, presidente del Gobierno y ministro de la Guerra, escribió en su diario: “Por la mañana (…) había venido también Casares, que me contó la conclusión de la rebeldía en Casas Viejas, de Cádiz. Han hecho una carnicería, con bajas en los dos bandos”. Casares es Santiago Casares Quiroga, amigo íntimo de Azaña y ministro de la Gobernación, que en las semanas anteriores había ido poniéndolo al tanto de la preparación de una nueva tentativa insurreccional anarquista en diversos lugares del país. Las intentonas habían fracasado, una por una, sofocadas por la Guardia Civil, el Ejército y el recién fundado cuerpo de orden público de la Guardia de Asalto. Solo unos meses antes la República había resistido con éxito un conato de golpe de Estado urdido por el general Sanjurjo y un grupo de militares derechistas y monárquicos. La anotación sobre Casas Viejas es apenas un párrafo en una larga entrada del diario de Azaña, llena, como es habitual en él, de menudos incidentes políticos y observaciones personales casi siempre muy agudas, con esa mezcla de determinación y desapego que es habitual en él.

[…]

Seguir leyendo en EL PAÍS (05/03/2015)