Similitudes

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Me quedo pensando sobre esa pregunta, o ese desconcierto, sobre las posibles similitudes entre dos novelas tan distintas como Don Quijote y  À la recherche: lo que tienen en común, simplemente, es que en cada una de ellas encontró su autor la manera de condensar en ficción su experiencia entera de la vida. Le pasó a Flaubert en La educación sentimental, a Virginia Woolf en Mrs. Dalloway, a Joyce en Ulysses, a Galdós en Fortunata y Jacinta o Misericordia, a Bach en la Pasión según San Mateo, a Beethoven en sus últimos cuartetos de cuerda y sonatas de piano. Eso puede no suceder: Cervantes escribió la Galatea después de diez años prodigiosos de peregrinaciones, batallas y cautiverios, pero aún no había aprendido a hacer literatura con la vida, así que hizo literatura con la literatura.

No se trata de la acumulación de la experiencia, que eso todo el mundo lo tiene, sino de una especie de iluminación formal que le permite a quien la encuentra poner junto, sintetizado y destilado,  en una creación soberana, todo lo que le ha sucedido, lo que ha aprendido, lo que ha sufrido, lo que ha añorado, lo que no se ha atrevido a decir de otro modo y ni siquiera a desear. “He amasado el barro y lo he hecho oro”, dice Baudelaire: todo lo que no servía, el tiempo desperdiciado, las ocasiones perdidas, los días de aburrimiento, las equivocaciones, todo de pronto sirve como material necesario. Nada es desdeñable. Ningún momento se perdió. Los contratiempos resultaron providenciales: el asma para Proust, el fracaso de su proyecto de viajar a las Indias para Cervantes, las estrecheces de Trieste para Joyce, incluyendo la servidumbre agoradora de las clases de inglés, etc. Creo que es Nietzsche quien dice: “los obstáculos en mi camino se convirtieron en mi camino”.