Las movilizaciones sirven para algo. El activismo cívico da resultado cuando se propone objetivos concretos, no fantasías vaporosas, por muy nobles que sean. Esa es la gran lección del movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos: usar con imaginación y astucia todas las armas de la ley para lograr conquistas graduales que ya no admiten pasos atrás y que mejoran en la práctica las vidas de muchas personas. Como de Madrid se puede decir cualquier cosa sin que a quien la dice lo asalten feroces brigadas voluntarias de guardianes ofendidos de la identidad -cosa que a mí me parece muy bien- , resulta que de Madrid casi solo se publican informaciones negativas: que no hay turistas, que los gobernantes son paletos, etc. Yo mismo lo hago de vez en cuando. Pero resulta que en Madrid se han sucedido en los últimos tiempos las movilizaciones más amplias y más tenaces en contra de la privatización de la sanidad pública. Y hoy los tribunales confirman la suspensión temporal del proceso, que se estaba llevando a cabo atolondradamente, sin ninguna garantía, sin transparencia, sin debate profesional. Médicos, enfermeros, usuarios, ciudadanos de cualquier condición, se han manifestado masivamente para defender algo tan concreto como el derecho universal a la salud, que es un asunto demasiado serio como para entregarlo a los intereses privados. Sindicalistas y abogados solventes han puesto denuncias y presentado recursos. Ahora que están tan de moda los orgullos colectivos basados en leyendas, yo me siento modestamente orgulloso de esos conciudadanos de Madrid que han salido a la calle y de los que han dado la batalla y siguen y seguirán dándola en los tribunales. Son los míos.
Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.