Cada poeta es un mundo. Descubrir uno al que no se conocía, del que no se sabía ni el nombre, es encontrarse de pronto en el interior de un mundo nuevo y completo, en un gran jardín botánico, en una ciudad que se despliega de golpe. En la librería de la editoria Assírio & Alvim le pido al librero que me recomiende un poeta portugués que no sea Pessoa ni Eugenio de Andrade ni Sophia de Melho y me dice sin vacilación, eligiendo un libro en un expositor: “Mário Cesariny”. El libro se titula “Uma grande razao –no tengo tecla para ponerle la tilde a la última a-. Y aquí ando, sumergido en él, leyéndolo por los cafés, internándome en ese nuevo mundo intacto.
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