En estos casos, la alegría más limpia creo que es la reflejada: la que le llega a uno por la alegría de los otros. Sirva este espacio que llevamos ya compartiendo tanto tiempo para dar las gracias a todos los que merecerían una respuesta particular a cada uno. Ahora, después del alboroto, disfruto del silencio de mi casa y mi cuarto. Elvira y yo nos hemos despedido de los amigos, hemos ido paseando hasta una taberna de esa zona que nos gusta tanto de detrás del Retiro, hemos cenado algo a solas, hemos vuelto un poco desvanecidos en un taxi.
Y al llegar aquí me he dado cuenta de que sigo ejerciendo con éxito el arte de perder: me he dejado el teléfono en la taberna.
Un abrazo.