Sobre un patíbulo muy elevado, que no da ninguna impresión de solidez, se alinean los condenados a muerte que en unos pocos minutos colgarán de la horca, así como un grupo numeroso de personas, civiles y militares, tantos que ocupan por entero la plataforma tan estrecha. El patíbulo está levantado en lo que parece el patio de un cuartel, o una cárcel, delante de un murallón sobre el que montan guardia unos soldados, también a mucha altura. Parecen soldados de servicio pero también espectadores de la inminente ejecución. La imagen está tomada desde lejos, como desde lo alto de otro de los muros del cuartel, y las figuras son muy pequeñas, de modo que en el patíbulo no se distinguen los condenados de sus verdugos o sus vigilantes. Un detalle pasaría inadvertido si no se nos llamara la atención sobre él: la figura en el extremo izquierdo del patíbulo se tapa la cabeza con un gran paraguas negro. Hay un pequeño grupo de espectadores o curiosos observando desde abajo, que deberá levantar mucho las cabezas para ver la ejecución.
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