En nombre de qué

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La escoria más baja de la especie humana es esa gente que se considera a matar a otras personas en nombre de algo. A saber en nombre de qué han muerto esas tres personas inocentes esta tarde en Boston, han sufrido heridas horrendas y amputaciones y traumas que no olvidarán nunca otras muchas. Matar en nombre de un dios, de una patria, de una idea, de un paraíso, qué inmundicia.  El domingo, en la ciudad ya en ruinas de Mogadiscio, devastada durante décadas por salvadores y tiranos sucesivos, unos cuantos islamistas decidieron inmolarse en nombre de su dios llevándose por delante las vidas de al menos veinte personas. En el New York Times de hoy se ven las fotos inmemoriales del horror, las que se repiten siempre con ligeras variaciones de vestuario y de fondo: mujeres que llevan a sus hijos muertos en los brazos, gente pacífica que huye entre escombros sin saber hacia dónde. Es la madre con el hijo en brazos de Guernica o la madre en un grabado de los Desastres de Goya. En la radio pública dicen que en estas fechas de abril siempre hay una alerta de atentados: es el cumpleaños de Hitler, el aniversario del asalto a la fortaleza de aquellos dementes de la Davidean Branch, en Waco, en 1993, el de la explosión en el edificio federal en Oklahoma City. Pero da igual que sean supremacistas blancos o islamistas impacientes por alcanzar el paraíso, o revolucionarios ansiosos por establecer la felicidad en la tierra sobre un mar de sangre. Son siempre los mismos. Las formas verbales que empleen en sus comunicados visionarios y obtusos se resumen en el espectáculo idéntico de la matanza. Y que sepa algo quien tenga la tentación de justificar o comprender a una cierta especie de asesinos: se habrá contaminado de la misma infamia que los incluye a todos.

Foto: Papamanila
Foto: Papamanila