El rey Midas del arte del siglo XXI es el galerista Larry Gagosian. Debe de ganar tantos miles de millones vendiendo tiburones en formol de Damien Hirst a estafadores financieros y traficantes de petróleo y de otras sustancias aún más lucrativas que tiene suntuosas sucursales de su galería en casi todas las zonas más caras de la Tierra: en Madison Avenue, en Beverly Hills, en Ginebra, en Londres, en París, en Hong Kong. Los tiburones en formol, los becerros chapados en oro, los cuadritos de lunares y los estantes farmacéuticos de Hirst son tan rentables para el galerista Gagosian como las aspiradoras en vitrinas de cristal y las panteras rosas y perritos de porcelana de Jeff Koons. El mapa mundial de sus galerías se corresponde fielmente con el del flujo de los capitales especulativos. […]
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