Uno de los capítulos del libro de Christina Lamb sobre las guerras de Afganistán, Farewell, Kabul, está dedicado a una visita a lo que fue el último refugio de Bin Laden, una casa rodeada de terreno baldío y cercada con un muro, curiosamente en la ciudad más militarizada de Pakistán, a unos cien metros de un academia del Ejército. Lamb cuenta el aspecto de penuria e incomodidad que tiene todo, meses después del asalto del comando de Estados Unidos. Bin Laden vivió varios años encerrado allí, dando paseos por un patio pelado, viendo vídeos de sus propias intervenciones públicas en un televisor viejo. Entonces Christina Lamb se fija en algo en lo que no parece haber reparado nadie, y ahí está la pepita más sabrosa, el detalle que revela a un escritor que sabe mirar: en la casa hay varios botes vacíos de Just for Men, ese tinte de pelo para caballeros que se anunciaba hace años en la tv. El fiero Bin Laden, en su refugio de guerrero de la Fe y de ermitaño, se teñía de negro el pelo y la barba.
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