Un episodio casi secreto y memorable de la historia del arte en España puede verse ahora mismo, durante unos meses, en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Entre 1912 y 1936, exploradores y dibujantes recorrieron una gran parte de los lugares en los que se encontraban los yacimientos de pinturas prehistóricas en nuestro país, enviados por una Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas que se parece, por su título, a esas sociedades científicas que en las novelas de Julio Verne patrocinaban viajes de investigación a los parajes más apartados del mundo, los territorios de los que no existían mapas, las grutas que podían conducir al centro de la Tierra, incluso a la Luna.
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