En el diario Público de Lisboa, con motivo de las elecciones en Chile, se publicaba una crónica sobre la economía de ese país, en el que desde 1973 se experimentó por las bravas y después de un gran baño de sangre el modelo que a continuación ha ido imponiéndose en todo el mundo, con un radicalismo que se ha hecho más descarado en los últimos años con la coartada de la crisis: privatización de los bienes públicos, abolición de todo rastro de protección social, introducción de las llamadas leyes del mercado en la sanidad y en la educación. Ese modelo lo han mantenido idéntico los gobiernos democráticos, socialistas incluidos. La prosperidad es perfectamente compatible con la máxima desigualdad y la pobreza. Y la paradoja, explica el corresponsal de Público, es que la casi totalidad de los ingresos exteriores de Chile proviene del cobre, gracias a que su minería fue nacionalizada por el gobierno de Salvador Allende.
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