¿Quién ha escrito mejor sobre música que Nietzsche o Proust? En El viajero y su sombra, ese breviario que tiene el tamaño exacto para que uno lo lleve siempre consigo, como los Pensamientos de Pascal o La tumba sin sosiego de Cyril Connolly o las Meditaciones de Marco Aurelio, encuentro esto:
Cuando oimos música después de haber estado mucho tiempo sin oirla, se nos adentra muy rápidamente en la sangre como uno de esos vinos gruesos del mediodía que deja el alma en una embriaguez semejante a la de un narcótico que la hunde en un estado de adormecimiento y deseos; ese es el caso, especialmente, de la música “serena”, que proporciona al mismo tiempo amargura y dolor, saciedad y nostalgia, y que nos obliga a absorber todo esto, continuamente, como un dulce brebaje envenanado. Durante este tiempo, la sala donde brilla una alegría serena parece estrecharse cada vez más, la luz parece disminuir de intensidad y hacerse más opaca; finalmente creemos oir la música como si penetrase en una prisión, en donde la nostalgia impide dormir a un pobre hombre.
La traducción es de Carlos Vergara. Me pregunto con envidia cómo será leer a Nietzsche en alemán.