Y ahora que ha muerto Jaime Salinas, ¿cuántas personas quedan que recuerden haber visto a Federico García Lorca, por ejemplo, o a Miguel Hernández, o la mañana del 14 de abril de 1931 en Madrid? Uno tras otro los hilos que unen aquel pasado con el presente van cortándose, y una época entera se extingue de la memoria viva y sólo permanece en los libros históricos. El año pasado murieron los dos supervivientes ingleses que quedaban de la I guerra mundial. Un cataclismo silencioso sucede cuando muere el último testigo.
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