El borrador infalible

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La mano del artista dibuja o pinta a toda velocidad sobre una superficie cualquiera: una hoja de papel, una tabla de pequeño formato que ha encontrado en el desorden del taller. La elección es tan rápida, tan descuidada en apariencia, que el papel puede tener en el reverso unas cuentas garabateadas, y la tabla haber sido usada para un boceto previo. La mano con el pincel o el carboncillo se mueve a la misma velocidad infalible con que se moverán las de un músico improvisando sobre el teclado, explorando en busca de algo que no se sabe bien lo que es, porque será preciso haberlo hecho para averiguarlo.

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