Joseph Roth, el patriota de los hoteles

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Durante la mayor parte de su vida adulta, Joseph Roth vivió en los hoteles y escribió en los periódicos. La vida en el hotel equivale en su provisionalidad a la escritura en el periódico. En el hotel se vive unos días o unas semanas y no se tiene más equipaje que el que cabe en una maleta. Lo que se escribe para el periódico se hace con cierta rapidez, durante periodos tan breves como estancias de hotel, y una vez publicado deja de existir de inmediato. Viviendo en hoteles de ciudades europeas durante toda la segunda mitad de su vida, Joseph Roth tenía una continua sensación de precariedad que se le fue agudizando con la pobreza y con la proximidad creciente de una catástrofe que él había sido uno de los primeros en vaticinar. En los primeros años veinte, en un artículo sobre un balneario para turistas en el Báltico, ya se fijó en las banderas con esvásticas que empezaban a ondear sobre las quintas y los paseos marítimos. Escribiendo en los periódicos a destajo, con las urgencias y los sobresaltos habituales del medio, sentiría que su vocación literaria no llegaba a cuajar en un proyecto sostenido. Uno imagina que las grandes novelas son el resultado de la calma y de la lentitud: los novelones majestuosos que publicaba, por ejemplo, Thomas Mann por aquellos mismos años en los que Joseph Roth vivía y escribía a salto de mata, de hotel en hotel, con la prisa de la hora de cierre, con la alarma de encontrar un teléfono desde el que dictar un artículo, o una oficina de teléfonos abierta, o una estafeta de correos desde la que enviar las páginas recién escritas en un sobre con un sello de urgente.

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