No he encontrado el pasaje exacto en el que dice La Rochefoucauld que no nos enamoraríamos si no hubiéramos leído o escuchado acerca del amor. Quizás hay un eco de eso en Le Rouge et le Noir, cuando dice Stendhal: Comme Madame de Rênal n’avait jamais lu des romans, toutes les nuances de son amour étaient nouvelles pour elle. Como nunca había leído novelas todos los matices de su amor eran nuevos para ella. A Emma Bovary le pasa lo contrario: no se enamoraría tan desastrosamente si no hubiera leído muchas novelas.
En la Divina Comedia, a Paolo y a Francesca ya les había ocurrido algo semejante, muchos siglos atrás. Estaban leyendo juntos la historia de los amores de Lanzarote y la reina Ginebra y la lectura misma les reveló el amor que sentían el uno por el otro, y no pudieron contenerse. La descripción del beso es de una impúdica sensualidad , en un solo verso lapidario: la bocca mi bacciò tutto tremante, dice Paola. Y ya no siguieron leyendo.
Pero la más enamorada de todas, la que pone más corazón en su amor, no está contaminada de literatura: nuestra Fortunata es analfabeta.