Por Broadway sube una caravana de furgonetas, coches y camiones con carteles sobre el techo y grandes letras pintadas en colores fuertes en los laterales, con altavoces que emiten músicas tremebundas, plegarias y amenazas. El fin del mundo está cerca. Y nada de vaguedades. La profecía es tan amenazadora como inmediata. Para ser exactos, el mundo se acaba el sábado que viene. En un semáforo la caravana tarda en arrancar y un camión de bomberos que viene por detrás pone en marcha la sirena. Habrá mucho trabajo para los bomberos cuando el mundo esté acabándose. Miro desde la acera y una mujer que está asomada a la ventanilla de una de las furgonetas del apocalipsis me sonríe pálidamente y me ofrece un folleto. Es rubia, flaca, incolora, con gafas. El conductor, a su lado, es un negro enorme con expresión de luto. Tomo el folleto, le doy las gracias y la mujer vuelve a sonreir: me desea no muy calurosamente que Dios me bendiga. No sé si no me ve pinta de no estar entre los elegidos el sábado que viene. En el folleto viene la dirección de una página web: www.ebiblefellowship.com. Para que luego digan que la tecnología favorece la racionalidad. Ahora tengo el folleto sobre la mesa, y como soy capaz de leer cualquier cosa me temo que acabaré leyéndolo entero:
THE END OF THE
WORLD IS ALMOST
HERE!
HOLY GOD
WILL BRING
JUDGEMENT DAY ON
MAY 21, 2011
