Maestros de lo máximo

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Con uniforme de faena y despidiendo chorros de sudor Pablo Heras-Casado dirigía una orquesta colosal en lo alto de un andamio de tubos amarillos, en el escenario del Teatro Real. Heras-Casado dirigía, con movimientos enérgicos y sudores de boxeador, la ópera Die Soldaten, de Bernd Alois Zimmermann, una explosión de música y tragedia que se dilata sin apenas respiro durante más de dos horas, y yo admiraba su puro empuje físico y su capacidad para la delicadeza y el matiz en medio de aquellas sonoridades formidables, y pensaba en la extraña ambición de decirlo todo que se apodera a veces de un artista.

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Seguir leyendo en EL PAIS (02/06/2018)