Aquella voz

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Lo que uno busca lo puede encontrar, hoy en día, en cualquier momento y en cualquier parte. Lo misterioso sigue siendo encontrar lo que uno no busca, que es lo más sorprendente, lo que de verdad lo abre a lo inesperado y con frecuencia a lo mejor. Eso es una lección de humildad, y también un alivio. No hace falta tener un propósito claro, una opinión firme, una posición tajante en todo. Algunos de mis mejores hallazgos han sido por azar. Como escritor, como lector, como ser humano que respira y desea. Casi todos los fundamentales. Quizás las ciudades y las librerías me gustan tanto porque son los lugares supremos del azar. Por eso sigo yendo a tiendas de discos, o de películas. Porque encuentro no lo que buscaba sino lo que no buscaba. El descubrimiento de Jean Améry en una librería de París hace veinte años cambió de golpe el rumbo de mi imaginación y de mis lecturas. Hoy he entrado un rato en el Corte Inglés porque me sobraba tiempo para una cita y he encontrado Los siete samurais de Kurosawa. La otra mañana pasaba por una de mis librerías de Madrid sin ánimo de entrar, y casi sin tiempo, y vi en el escaparate los Diarios de la revolución de 1917, de Marina Tsvietáieva, traducidos por Selma Ancira, publicados por Acantilado. Ya no me he separado de ellos. He escrito una crónica entera en un arrebato de dos horas. Lo mejor de escribir es terminar de escribir.