Gratitudes

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Mañana de lunes en el supermercado, empujando el carrito, en la sección de productos de limpieza del hogar, notando que ya hay más gente, lamentando que se acaben estas soledades de agosto, esta holganza de lecturas quijotescas y cervantinas, oyendo Sweet Home Alabama en la megafonía,  preguntándome, no sin exasperación, cuántas veces ha de oir un ser humano Sweet Home Alabama Hotel California a lo largo de su vida, deseando volver a casa para leer de nuevo la historia del Cautivo.

Un hombre de unos cuarenta años hace el gesto de quien reconoce a alguien de golpe y de la sorpresa pasa a la cordialidad en breves segundos, y me tiende la mano. Me dice: “Usted tiene la culpa de que yo sea lector. Empecé con aquellos artículos que publicaba en El País de Andalucía, hace muchos años”.

Nos despedimos, cada uno con su carrito, ya en la sección de Cajas, y a mí se me ha alegrado la mañana. Soy yo quien siente gratitud. Hasta ha dejado de oirse Sweet Home Alabama, y aún no ha empezado Hotel California.