Voz del insomnio

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Uno sueña libros que le gustaría escribir como si atisbara músicas que le llegan de lejos y a rachas, rumores de voces que se vuelven claras aunque uno no las puede identificar y luego se pierden, como se pierden o se quiebran los hilos de los pensamientos y las obsesiones del insomnio. Y también sucede que esos libros que a uno le gustaría escribir los encuentra ya escritos por otros, sueños realizados que uno no supo que albergaba hasta que los tuvo delante, casi siempre por azar, entre las manos, reconociéndolos de inmediato con la sabiduría del tacto, como los reconoció la mirada al encontrarlos en la mesa o en los anaqueles de una librería.

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Seguir leyendo en EL PAÍS (09/05/2015)