Verano pasado

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La mañana del primer domingo de septiembre tiene en Madrid un aire fronterizo. Es una mañana silenciosa, con el silencio tan limpio que hay a esa hora los sábados y los domingos de agosto, un silencio no de ciudad, sino de quinta en el campo, con trinos de pájaros y rumor de brisa en las hojas de los árboles. El primer domingo de septiembre, nublado y fresco en las primeras horas de la mañana, es también, o uno lo percibe así, el último domingo adelantado del verano, y en su quietud tan profunda hay un aviso de despedida, una clausura, un salto del presente al pasado, brusco y furtivo como ese salto de la aguja de los minutos en los relojes antiguos de las estaciones. Aún sin terminar del todo el verano ya es el verano pasado. Lo que hasta ayer mismo era vida plena hoy se parece ya a un álbum de fotografías.

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Seguir leyendo en EL PAÍS (13/09/2014)