Un maestro dudoso

Publicado el

A estas alturas el gran misterio de César González-Ruano no es el de su colaboración con los nazis o el de su responsabilidad en la desgracia de los fugitivos judíos que nunca llegaban a cruzar la frontera española sanos y salvos. El misterio insoluble para mí es el de su sostenido prestigio como modelo de columnista y prosista. El caso de González-Ruano no es el de un gran escritor que al mismo tiempo resulta ser una persona muy desagradable, sino el de alguien tan sin escrúpulos en su ética como en su estética, un oportunista igualmente capaz de envolver la nada o la pura mentira en palabras brillantes y de estafar a cualquiera con trapacerías simuladas bajo un aire de dignidad o nobleza. La vida de González-Ruano no es el reverso turbio de su obra: la una es el espejo de la otra. En ciertas épocas de su carrera, González-Ruano fue abiertamente un canalla. Celebró a los nazis recién llegados al poder en 1933 y a los fascistas de Mussolini desde que llegó a Roma como corresponsal de Abc. Se puede ser simpatizante entusiasta del nazismo y se puede también ser venal: González-Ruano fue las dos cosas. En Madrid y luego en Berlín cobraba de los servicios de propaganda de Hitler, y unas veces se tomaba el trabajo de escribir él mismo los artículos laudatorios sobre la nueva Alemania que tanto gustaban en Berlín y otras firmaba con su nombre los que ya le daban redactados los propagandistas del Reich. Celebró las quemas de libros y las leyes raciales, y cuando los judíos alemanes empezaron a buscar países de refugio en Europa escribió artículos advirtiendo de que España no debería abrirles las puertas, para evitar un contagio como el que había sufrido Alemania.

[…]

Seguir leyendo en EL PAÍS (12/07/2014)

img