Notas de clase

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En un curso de escritura no hay nadie que no sea un aprendiz.

El peligro de escribir muy bien es que se está a un paso de escribir demasiado bien.

Literatura es saber mirar con atención y saber contar lo que uno ha mirado. Literatura es contar lo que uno no ha visto como si lo tuviera delante de los ojos en el momento en que escribe. Literatura es contar los propios recuerdos como si pertenecieran a otro, quizás a alguien que no existe; es llenar de la emoción de lo vivido un recuerdo inventado.

Literatura es llamar a las cosas por su nombre. Es decir cárcel o prisión y no centro penitenciaro o correctional facility, como dicen aquí. Es llamar a la tortura tortura, y no enhanced interrogation technique, y no escamotear a las víctimas inocentes bajo la etiqueta de collateral damage.  Es no llamar transeúnte a un vagabundo o a un mendigo. Una tarea cívica del narrador y del poeta es restaurar las palabras limpiándolas de toda la mugre de la palabrería publicitaria y política. Aquí se llega a extremos cómicos. En las tiendas ya no hay dependientes: hubo un tiempo que se convirtieron en sales assistants; ahora han progresado, sin necesidad de que les suban el sueldo o les den seguro médico, y son sales associates. Y ya conté aquí que hasta los coches usados o de segunda mano han desaparecido: ahora se llaman pre-owned cars, coches “preposeídos”, lo cual mejora mucho su atractivo sin necesidad de reparaciones adicionales.

En una sociedad razonablemente igualitaria y democrática no hay sitio para los caudillajes, ni de la política ni de la literatura.