Cercanías distintas

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A cada vida llega la literatura de una manera distinta. Cada lector de cada libro escribe parcialmente al leer un libro semejante y único, como cada intérprete hace suya la misma partitura. He tenido esta tarde un coloquio público en la librería Méndez con Jesús Marchamalo. Miraba caras conocidas y desconocidas y sentía curiosidad por el modo específico en que cada persona estaría recibiendo nuestras palabras, escuchando la lectura. En Estados Unidos y en Alemania he aprendido que en un acto sobre un libro no sólo hay que dar vueltas sobre él: hay que leer algún pasaje en voz alta, para que la escritura tenga una presencia directa, sin mediación ni circunloquio.

Luego firmaba libros y me gustaba preguntarle a cada lector a qué se dedica. Un breve muestreo: una profesora de lengua y literatura en un instituto de Entrevías; un biólogo molecular especializado en la investigación sobre las plantas; una licenciada en lenguas clásicas, especialista en griego, que ha sacado en vano una oposición, porque no tiene plaza y está en paro, porque en esta devastación general del conocimiento a la que se dedican uno tras otro los gobiernos españoles, centrales y periféricos, las lenguas clásicas son un saber a extinguir. Me dice: “hablen ustedes de lo que nos pasa, de lo que nos están haciendo”. Y yo me acuerdo de mi profesor de griego en el instituto, Francisco Navarro, que me hizo el regalo inmenso de Homero, Hesíodo, Sófocles, Sócrates, Eurípides. Por influencia suya, a los 17 años me puse a escribir una versión antifranquista, vanguardista y deleznable de la Orestíada.

Homero, Philip-Laurent Roland, 1812
Homero, Philip-Laurent Roland, 1812