Descubrir

Publicado el

Dan cierto abatimiento esas personas que le dicen a uno: “Yo ya no leo, yo sólo releo”. Como si fuera verdad que la carne es triste y que se puede haber leído todos los libros. Qué suerte comprobar que ni lo uno ni lo otro. Yo acabo de descubrir a James Salter y el posible remordimiento que podría sentir por no haber encontrado hasta ahora sus libros se compensa con la alegría radiante de lo nuevo, con la pura alegría de admirar. Empecé a leer Light Years y desde las primeras líneas me encontré rendido. Qué prosa. Qué ritmo de escritura, qué diálogos secos y certeros como intercambios rápidos de ping pong. Leyendo leyendo se me fue el sueño la otra noche y acabé la novela a las cinco de la madrugada, convertido así en lo que pedía Joyce, un lector ideal con un insomnio ideal. Claro que es una maravilla volver a los libros que uno ya conoce. Pero encontrar de golpe a un grandísimo escritor del que no se tenía ninguna referencia es desmentir esa resignación de que sólo en la primera juventud se hacen los grandes descubrimientos. Insomne, conmovido, admirado, acongojado, envidioso, me fui a la cama y me costaba dormirme, contagiado de ese fervor de la imaginación que se parece un poco a la fiebre, cuando hemos cerrado la novela pero los personajes y el estilo siguen dentro de uno. Y a la mañana siguiente me fui a comprar otra novela de Salter, ya convertido en adicto, esta vez A Sport and a Pastime. Otros tesoros, cuando se encuentran, despiertan la avaricia y la necesidad del secreto. Los tesoros de la literatura uno los quiere compartir de inmediato.

James Salter